CAMARA DE GENEALOGISTAS
DE SUCESIONES DE FRANCIA


 

Colaboración

 

La mayoría de sucesiones se resuelve sin la intervención del genealogista,
y probablemente se puede estimar que únicamente el 2% de ellas requieren los servicios de este profesional.

A menudo la devolución es sencilla
y el libro de familia permite confirmar las declaraciones de los derecho habientes.
El notario también puede disponer en su estudio de antiguas actas que le permitirán reconstituir la genealogía y encontrar a los herederos.

En el resto de casos, subsiste la incertidumbre y el notario confía el establecimiento o la confirmación de la devolución al genealogista.
Por ejemplo, cuando se conoce la existencia de primos en la rama materna y no existe ninguna información sobre la rama paterna.
De la misma forma, si se conoce la existencia de primos en ambas ramas, puede ser necesario asegurarse de que se trata efectivamente de los parientes más cercanos y también de los únicos.

El trabajo se complica seriamente cuando se trata de buscar hijos de primos hermanos
que están emparentados en quinto nivel y que concurren, en la misma rama, con los hijos de los tíos abuelos y las tías abuelas cuyo parentesco también se establece en quinto nivel.

Así pues, en las sucesiones
en que intervienen primos más allá del cuarto nivel, es indispensable proceder a las búsquedas genealógicas en cuatro familias diferentes, en relación con los abuelos y abuelas en cada una de las dos ramas (paterna y materna).

La certificación de un cuadro que únicamente muestra algunos posibles sucesores no refleja la amplitud del trabajo
que ha requerido semanas o meses de investigaciones para llevar al nivel de posible sucesor a un número a veces pletórico de “miembros de sexto nivel”, un término que en la jerga del oficio designa a los tíos abuelos y las tías abuelas.

En los últimos años se ha ampliado el tradicional campo de intervención del genealogista, es decir, la línea colateral;
actualmente la comprobación en línea directa engloba más de una tercera parte de los expedientes tratados. La recomposición más frecuente de las familias incita al notario, sobre todo cuando no se han podido reunir todos los libros de familia, a proceder al control de cada descendencia de cada unión y a la existencia o no de hijos naturales.

Cabe destacar que estas misiones de comprobación no son ni de lejos meras formalidades,

suponen desplazamientos in situ para examinar los registros de estado civil de todos los municipios concernidos; implican, además, riesgos reales puesto que a menudo es más fácil encontrar a los herederos que demostrar que no existen otros.

La colaboración del genealogista también es necesaria para las sucesiones, cada vez más numerosas, de personas de origen extranjero;
en dicho caso las investigaciones se realizan directamente mediante desplazamientos a los países en cuestión o mediante la implicación de los corresponsales extranjeros de la cámara, que se refuerza año tras año.

Finalmente, y para acabar,
debemos tener claro que la intervención del genealogista a veces se limita a la simple búsqueda de dirección por un importe fijo cuando se identifica a un derecho habiente y no existe un contexto propicio para proponer un convenio de revelación.